(Apareció como“¿Puede México ser Colombia? Narcotráfico, violencia y Estado”, Nueva Sociedad, n.220, marzo-abril 2009) nueva sociedad 1. Colombianización Desde hace dos o tres décadas Colombia es más que un caso ejemplar, casi un concepto. Es imposible decir qué significa concretamente, […]
Nuestro sistema de administración de justicia no es para inspirar confianza a nadie. No sólo por la corrupción, que es en realidad una abreviatura, una fórmula inexacta y cómoda para resumir el problema
Es probable que haya una lógica en las inconsistencias del presidente, en el ir y venir de declaraciones contradictorias.
Se discute en estos días en el parlamento español la posibilidad de rebajar la edad penal hasta los doce años. No es insólito
La preocupación por el crimen organizado es global. En cada lugar la obsesión tiene sus matices
“PGR: en 3 años, libres 75% de los detenidos por narco”. El titular es imponente. Era la primera plana del Milenio el sábado pasado.
Hace unos días, con motivo de la detención de Miguel Nazar Haro, alguien decía que sería deseable que no se politizara el juicio.
La iglesia católica mexicana, como casi todas, tiene dos varas de medir. Una la usa para sí misma, para sus reglas, su organización y su jerarquía; la otra es para el resto del mundo.
En los últimos tiempos nuestros políticos han descubierto la utilidad del miedo y se han puesto a usarlo. Mal asunto. El miedo puede ser muy eficaz para mover a la gente, pero pasado un cierto punto es imposible de controlar.
Tenemos un Estado débil, de autoridad vacilante y dudosa. Falto de recursos y falto también de credibilidad. Tenemos un Estado que no es capaz de imponerse a los banqueros ni controlar la delincuencia organizada, ni siquiera cobrar impuestos.