Por lo visto, no podemos imaginar la justicia de otro modo, sino como venganza. Y hay sus razones.
La prensa mexicana tiene sus rarezas. Como todas. Siempre es difícil, toma tiempo aprender a leer los periódicos de cualquier país
Se abre el periódico después de un mes, dos y seis y un año, y sorprende un poco ver que siguen siendo noticia las mismas cosas.
Estamos otra vez a vueltas con la educación. Esta semana, con la mala calidad de la educación pública en comparación con la privada.
El titular de Reforma el jueves pasado: “Pide pacto La Familia; Gobierno responde no”; el balazo: “Ofrece ‘La Tuta’ diálogo al presidente Calderón”.
“PGR: en 3 años, libres 75% de los detenidos por narco”. El titular es imponente. Era la primera plana del Milenio el sábado pasado.
La opinión mexicana es radicalmente escéptica, desconfía de cualquier cosa que puedan decir los políticos. Recibe con un enorme, invencible recelo cualquier información que provenga de fuentes oficiales.
La corrupción ya casi no es noticia, en ninguna parte. De vez en cuando aparece un caso particularmente escandaloso por la materia o por los protagonistas
Mal asunto cuando a La Jornada se le multiplican las comillas. Es uno de los recursos básicos del lenguaje en que se entienden sus lectores
La entrevista es un género resbaladizo. Siempre se corre el riesgo de hablar más de la cuenta.