ETA reaparece en público con una serie de tiros al aire. El jefe de gobierno pide paciencia: sonríe.
Hace unos días Marcelino Perelló publicó en Excelsior su enésima apología de ETA. Es un texto repugnante, pero conviene leerlo para recordar que eso existe todavía.
La casa de Trotski en Coyoacán es un monumento extraño, que impone respeto.
Hasta hace poco hubo en España un acuerdo general en la política antiterrorista.
El primer impulso ante una atrocidad, como la masacre de Madrid del pasado 11 de marzo, consiste en buscar razones, imaginar los motivos de los asesinos. Es normal.
El terrorismo está siempre lejos, en otra parte. Contribuimos todos a alejarlo mediante abstracciones y frases hechas, si no con justificaciones oblicuas. No es cosa nuestra.
Días atrás vimos en televisión el asesinato de Mohamed Rafia Daragmeh, un palestino acusado de colaborar con el ejército de Israel, un hombre insignificante, muerto en la calle, en medio de una multitud.
Hubo un tiempo en que ser de izquierda significaba la obligación de justificar la violencia revolucionaria; incluso cuando la Revolución era materialmente imposible, incluso cuando no había ni programa ni militancia ni condiciones que permitieran pensar en una Revolución, cuando […]
La semana pasada, en la India, una multitud furiosa asesinó a un grupo de parias por haber matado a una vaca. En Irlanda, el Ejército Republicano Irlandés anunció que no deja las armas y que sus fieles siguen dispuestos a […]
Los atentados recientes contra los Estados Unidos, la destrucción del World Trade Center y del Pentágono, fueron en muchos sentidos algo nunca visto; por eso resulta tan atractiva, necesaria incluso, alguna explicación nunca oída. Pero no las hay.